Ganadora al Certamen organizado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y laSociedad General de Escritores de México en el marco de la conmemoración del Bicentenario, nos unimos a un viaje por un episodio histórico de gran contexto, este tren teatral nos lleva al siglo XX para arribar rápidamente en un contexto social tan distante como pintorescamente paralelo, y es que entre dichos y referentes partimos a buen destino al entretenimiento.

Con un texto de Camila Villegas, exploramos un México que se encuentra en la Revolución Mexicana, el ambiente está gastándose y la empatía va quedando cada vez más extinta, la búsqueda de una vida mejor y la movilización hacen eco en las motivaciones y decisiones del día a día. Los trenes son un medio de transporte y un escape a la vez y aquí, un motivo teatral con inspiración en aquella frase característica del vocablo mexicano.

Bien sabido era que Francisco I. Madero tenía una afición por la conexión con los espíritus y la manera en que estos influían en sus decisiones referentes al mandato presidencial pero no como una búsqueda ambiciosa por el poder, sino como como una guía de la verdad aplicada al bienestar de la gente. Tomando esto como un punto de partida, le exploramos desde dos vertientes, una donde Madero busca comunicarse con una chamana pero la situación del país genera una interferencia que lleva a la mujer por un viaje para llegar a él y advertirle sobre lo que viene.

Vemos en escena una odisea doble donde el entonces presidente se encamina sin saber a una traición inminente de parte de Victoriano Huerta y la de Guarupa, la mujer buscando impedirlo a toda costa enfrentándose a un país abrumado por la guerra y carente de oportunidades para los menos favorecidos. Un crudo enfrentamiento con una realidad que supera la ficción pero que con gran dinamismo y astucia actoral se vuelve digerible con una sutil comedia de adecuada dosis.

Entre policías que deberían suponer un alivio en la movilidad e integridad ciudadana pero que más bien abusan de su autoridad y fuerza, gente en busca de una mejor vida y fronteras y el reconocimiento de la humanidad misma es que nuestra protagonista emprende el viaje hacia el presidente, con la convicción de un objetivo a lograr aún cuando los obstáculos y su vida se vean en juego. Una mujer aguerrida reconociendo en sí una integridad que aliviará el camino a quien se le cruce.

Adela y Juan son personajes que entrelazarán su camino con ella sin un conocimiento tal de su situación, deben encontrar un mejor camino y ya, confiados en su poca experiencia pero en lo que significan las oportunidades a tomar sin pensarlo, expuestos a un ruedo más descompuesto que acogedor. Interpretados por Sonia Couoh y Federico Zapata toman vida con simpatía y determinación, mientras que Madero y más personajes toman forma con Enrique Saavedra, añadiendo fuerza y porte según le requiera la escena.

Guarupa es interpretada por Carmen Mastache casi como una elección de casting a la medida, demostrando en todo momento una gran gama de sentimientos acordes a cada momento. El coraje de su pertenencia e integridad como persona, la humanidad a su manera aplicada para dar un apoyo al otro en una sensibilidad sinigual. Una gran muestra de doble expresión de cómo se entendía el mundo hace poco más de 100 años, el camino recorrido y la evolución de la que, bien o mal, hoy disfrutamos, traducida desde aquella típica frase, referenciando lo que ha quedado perdido, olvidado y que hoy ya no encuentra un lugar, pero con la esperanza del poco o mucho aporte de unos cuantos.

Me lleva el tren, dirigida por Jorge Valdevia, es sin duda un gran ejercicio que rememora años de historia y sangre, encontrando en un cofre al centro del escenario y analogías con utilería el potencial para contar una historia cruda con gran dinamismo e inteligente ejecución. Una reflexión con un toque de esperanza, hay pérdidas y oscuridad pero también nuevas vías a grandes horizontes.

Se presenta los días martes y miércoles a las 20:00h en el Teatro La capilla. No te la pierdas.

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