Al mismo ritmo que crece el número de gente que acude al gimnasio con regularidad, se dispara el de deportistas que sufren vigorexia, o lo que es lo mismo, que se obsesionan con lograr el cuerpo perfecto. En España, se calcula que cerca de 700.000 personas padecen este trastorno, en su mayoría varones, de entre 18 y 35 años y con problemas de autoestima. En 2006, por ejemplo, solo se hablaba de unas 200.000... Datos alarmantes que revelan que, en ocasiones, el deporte deja de ser un hobby para convertirse en una esclavitud.
Un problema que hay que tomarse muy en serio, ya que puede afectar a nuestras rutinas y obligaciones y, por supuesto, a nuestras relaciones familiares y personales. "Si bien aún es una patología subdiagnosticada en la actualidad, en la nueva edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) de la Asociación Americana de Psiquiatría, la vigorexia ya aparece incluida dentro de los trastornos obsesivo-compulsivos, específicamente en el trastorno dismórfico corporal, que se corresponde con aquellos cuadros en los que la persona se obsesiona con sus imperfecciones, lo que hace que perciba una imagen distorsionada de sí misma y actúe en consecuencia", nos dicen desde Clínicas CITA, centro de referencia en el tratamiento de las adicciones y la desintoxicación terapéutica y miembro de Top Doctors.
Dos horas, tres, jornadas de mañana y tarde, fines de semana, nunca es suficiente y te marchas a casa con la sensación de que podías haber hecho un ejercicio más o de que no has sudado lo suficiente.
Podría tener más bíceps, mi espalda no es lo suficientemente grande, ¿por qué no me crecen las piernas...? Para un vigoréxico verse grande y definido no es suficiente, siempre quiere estar más fuerte. "La persona busca obsesivamente aumentar la masa muscular de diversas maneras, ya sea a través del ejercicio físico, dietas e incluso del consumo de sustancias como esteroides anabolizantes, insulina, suplementos alimentarios...".
Da igual si estás en casa, en el baño de la oficina o andando por la calle, aprovechas cualquier espejo o cristal de un coche para echar un vistazo a tus músculos. Y no se trata de ser más o menos presumido, es que sientes la necesidad de chequear tu musculatura una y otra vez. "A nivel psicológico frecuentemente se acompaña de cuadros asociados de ansiedad, depresión, trastornos alimentarios y otros trastornos obsesivos-compulsivos".
Cuando sufres vigorexia no hay días libres ni excusas que valgan, ir al gimnasio es una obligación. Haces dominadas en el garaje o cuando pasas por un parque, te escondes en el baño de casa de tus amigos para hacer unas flexiones, anulas planes para ir a levantar pesas, en tus vacaciones solo eliges hoteles con gimnasio... parece un chiste, pero pasa. Y tus relaciones sociales y familiares acaban resistiéndose. "A nivel social las relaciones se suelen ver perjudicadas así como el funcionamiento general, debido a que el sujeto invierte la mayor parte de su tiempo en optimizar su imagen".
ARNOLD SCHWARZENEGGER
Ir a cenar con amigos o con la familia se convierte en un problema. Tu dieta es tan estricta que comer fuera de casa es un calvario. No te gusta el menú del restaurante al que vas, no tienen pescado ni fruta, sospechas que el cocinero le ha puesto azúcar a algo que está "demasiado rico"... "La alimentación es otro problema muy frecuente, ya que suelen consumir niveles elevados de proteínas e carbohidratos y poca cantidad de grasa en un intento de favorecer el aumento de la masa muscular, ocasionándose así trastornos metabólicos. Es frecuente también la aparición de desgarros y esguinces debido a la sobrecarga de peso en la ejercitación que repercute negativamente en huesos, tendones, músculos y articulaciones, sobre todo de los miembros inferiores".
Las personas que padecen vigorexia tiene poca seguridad en si mismas y no aceptan las críticas. Se irritan con facilidad y sienten observados continuamente. "Es importante poder detectar a tiempo cuando una persona se preocupa en forma excesiva por su imagen corporal, realiza rutinas de entrenamiento demasiado intensas, destina gran parte de su tiempo a la realización de ejercicio físico sin llegar a sentirse a gusto con su aspecto e incluso comienza a dejar de lado otras actividades de su rutina diaria".
Tomar productos dopantes, como anabolizantes, es un práctica más o menos habitual entre muchos culturistas que compiten, pero cada vez son más los aficionados al fitness que siguen su ejemplo para verse mejor y rendir más en el gimnasio.
En definitiva, "se trata de una patología que requiere un abordaje integral y un tratamiento específico en manos de psicólogos, psiquiatras, médicos clínicos y nutricionistas, para poder generar una evaluación del estado de salud actual y un proceso de regulación del comportamiento y de aceptación de la imagen corporal a partir de lograr inicialmente concientizar a la persona de la presencia de una situación patológica y riesgosa para su salud".
FUENTE: Mens Health