La renovación del arte homoerótico





Ganas infinitas de crear y una originalidad innata a la hora de expresarse a través el arte. Estas podrían ser algunas de las muchas cualidades, grosso modo, de esta nueva oleada de artistas relacionados con el arte homoerótico que está inundando las redes sociales (y por suerte, cada vez, más galerías de arte) con sus propuestas artísticas. Fotografía (Gonza Gallego y Anailógico), ilustración (Cachorro Lozano) y pintura (Pascual Rodríguez) son las vías de expresión más utilizadas por este grupo de jóvenes y emergentes artistas. Talento no les falta, y parece que futuro artístico tampoco.

Gonza Gallego

Gonza Gallego es un joven artista manchego (Puertollano, 1991) afincado actualmente en Madrid. Se dio a conocer gracias a sus collages, donde mezclaba figuras del mundo del pop con iconografía religiosa y arquitectura, pero finalmente decidió explotar su vena de fotógrafo como principal vía de expresión.

Gallego explora su mundo interior a través de sus obras rosadas. Tradición, sexualidad desmesurada, folclore y una gran influencia de la cultura pop son los principales pilares de la obra del manchego.

En su último proyecto fotográfico, LONELY, (expuesto actualmente en el Hotel Ritual de Torremolinos), el artista explora el cuerpo masculino a través del desnudo. Encerrados en una solitaria habitación de color rosa, sus modelos se desnudan, reflexionan, piensan, se excitan..., pero también están tristes, a solas, dentro de una habitación que parece idílica pero que puede encerrar los demonios personales que más tememos. El proceso de creación es fácil, pues según nos cuenta el artista,“es todo muy ligero de hacer... Todos los chicos de mis fotografías son amigos, conocidos o gente que tengo desde hace años en las redes sociales, ninguno es modelo profesional. Se crea un vínculo muy bonito con ellos porque no solo se desnudan en mis fotos por fuera, sino también por dentro. Algunos no han posado en la vida y esto les supone un esfuerzo muy grande, aunque conmigo no dudan ni un minuto en hacerlo y no hay dinero que pueda pagar esa entrega hacia mi trabajo. Tengo miles de anécdotas que contar”.

LONELY es una oda al cuerpo masculino y un reflejo de lo que Gallego muchas veces siente en su vida en Madrid, una ciudad donde estás rodeado de gente pero te sientes muchas veces solo. No es una crítica, sino una lanza a favor de la soledad, presentada de forma atractiva y sexualizada, aunque a veces peque de melancólica. Una visión idílica, mimada y edulcorada que aporta la paleta de colores rosados que maneja el artista en sus fotografías y que contrasta con los personajes rudos de sus imágenes. Una invitación a la imaginación, el pensamiento, la reflexión y, por qué no, también al onanismo. Siempre a solas.

Pascual Rodríguez

Pascual Rodríguez (Alicante, 1990) es un pintor e ilustrador que publicó el pasado verano su primer libro de ilustraciones, FAG. Licenciado en Bellas Artes, puede presumir de tener uno de los estilos más interesantes y personales de la nueva oleada de artistas homoeróticos, y que ya ha conquistado ciudades como Barcelona o Miami. La paleta de colores con los que trabaja es cálida, de tonos rosados a veces, para acentuar ese punto vintage que los personajes de sus cuadros e ilustraciones tanto destilan. La pintura siempre ha estado en su vida, e incluso fue “lo que le permitió escaparme a Orihuela a estudiar lo que realmente me gustaba. Fue toda una revelación entrar en la Escuela de Arte, de repente me conocí y acepté a mi mismo como homosexual y podía expresarme con total libertad en el círculo de gente que me rodeaba”, nos cuenta Pascual. Su paso por la universidad fue algo caótico, y un día de repente llegó a la obra de Harry Bush. “Fue toda una motivación para estudiar anatomía, y una vía de escape muy satisfactoria, que aparte de ser el inicio de mi estilo como artista, me valió también para ir avanzando en mi carrera universitaria”.

La pintura llegó años más tarde, pues a pesar de todo siempre “le había tenido mucho respeto”. Y cualquiera lo diría viendo sus obras hoy en día, donde el manejo de la anatomía masculina y la paleta de colores es único. “Mi estilo actual nació de la libertad de crear que me dieron en mis últimos años de carrera, donde la pintura empezó a cobrar protagonismo frente al dibujo”, cuenta el artista alicantino. Una obra donde los protagonistas están envueltos en una atmósferas evasivas, donde los espacios también cuentan historias, apoyadas en las poses atléticas que suelen mostrar los modelos desconocidos e imaginarios que pueblan los cuadros de Pascual. Su universo sigue en expansión y no descarta seguir buscando modelos, pues “hay muchos chicos por descubrir con fotos increíbles, y traerlos a la pintura sería una manera muy bonita de ensalzarlos”. Entre pintura y pintura, el pasado verano vio la luz su primer libro, lleno de “fantasías sexuales, historias que alguna vez pasaron por mi cabeza y momentos que me encantaría vivir en primera persona”, cuenta cuando le preguntamos por FAG (Ediciones Hidroavión), que para el fue la “culminación de una etapa”. Y también, una asignatura pendiente que venía arrastrada desde la adolescencia. Una adolescencia marcada por una personalidad cohibida dentro de una vida heternormativa, “sin aventuras, en la que me hubiera encantado liarme con un chico a los dieciséis años con total naturalidad, pero no se podía...”,recuerda Rodríguez, y que llenó la cabeza del artista de pensamientos y fantasías que finalmente se plasmaron en las páginas de este libro de ilustraciones rosadas.

Anailógico

Eduardo Vega-Patiño, más conocido como Anailógico, es un fotografo de Panamá que reside en Barcelona. Especial por sus fotografías analógicas, Vega-Patiño muestra en sus imágenes historias protagonizadas por personajes desnudos queretratados en la intimidad de sus casas, a veces solos, otras acompañados. El fotógrafo actúa en muchas ocasiones como un espectador, un puro voyeur que captura con su cámara detalles de la vida de sus modelos, la mayoría de ellos masculinos. El desnudo sigue siendo todavía una asignatura pendiente en muchas personas. Admiran el arte de fotografos como Anailógico, pero no entienden muy bien que toda la obra de un artista se base en desnudos. “Esa intimidad es la que me interesa, pero es complicado explicar este discurso sin que la gente asuma segundas intenciones. Por eso inicié un proyecto llamado Falo junto a un amigo diseñador, Lander Larrañaga, en el que empapelamos la ciudad con cuerpos masculinos censurados en sus miembros. El mensaje que escondía es que por más que lo censures, todos sabemos lo que hay ahí”, explicó Vega-Patiño en una entrevista para la revista i-D Vice.

Su fotografía viene acompañada también de prosa, algo que le da un una carga íntima y emocional mucho mayor. Para el artista, su trabajo es “una prosa visual, creo que es la manera más fácil de describirlo. Me considero alguien que tan solo quiere contar historias, y el medio que uso para eso es la combinación de prosa y fotos”, cuenta en i-D Vice. Unos textos para los que utiliza historias que le cuentan sus modelos y que luego él reescribe como si fueran suyas, algunas más accesibles y otras más abstractas. Sus fotografías, aparte de servirle como vía de expresión, tienen un fin claro: “Hacer que el cuerpo humano sea apreciado tanto por un niño de 10 años como por un adulto, sin que haya asuntos morales de por medio. Aspiro a eso, a imprimir en gran formato y que la gente se detenga dos minutos para decir ‘oye, qué bonito, ese cuerpo tiene imperfecciones como el mío”.

Cachorro Lozano

Llegó a la pintura casi por casualidad. Una ruptura le valió al artista bilbaino Cachorro Lozano para tomar esta forma artística como vía de expresión en aquel momento, con la ayuda de un pequeño cuaderno y unas cuantas ceras. “Empecé a pintar con lo que tenía a mano”, nos cuenta. Cachorro defiende que hay que aprovechar lo que tenemos a nuestro alrededor a la hora de crear, y en su salto a la pintura de gran formato esta idea ha sido determinante. “El primer lienzo en el que pinté me lo encontré en la calle, creo que fue una señal”, asegura. La pintura siempre había sido una asignatura pendiente desde que estudió Bellas Artes. Toda su obra tiene como epicentro el sexo, algo que el artista vasco explica como reflejo de su propia vida personal. “Tengo 24 años y estoy en un momento muy sexual de mi vida. Yo vengo de vivir en un pueblo, y para mí vivir en Madrid ha supuesto un resurgir sexual absoluto. Madrid es muy sexual, es una ciudad que huele a sexo”. Tanto que, tras dejar de pintar a su exnovio, Cachorro se dedicó a plasmar en sus dibujos a los hombres con los que se había acostado para formar una especie de diario sexual.

Mitad de Semen Up, que forma junto a Alejandría Cinque (responsable también junto a él de la fiesta El Puñal Dorao), Cachorro ya ha podido llegar con su trabajo al otro lado del charco, cuando el pasado verano tuvo la oportunidad de viajar a México. En cuanto a proyectos futuros, Cachorro Lozano no abandonará el tema sexual, pero no sabe si volverá a algún tema religioso en su obra, como ya hizo con su serie de pinturas Los Santos. “Quiero aprovechar que he hecho muchas fotografías a lo largo de todo estos años. Tengo muchas fotos hechas de penes. Es algo con lo que me siento muy identificado, mi obra es muy falocéntrica... y mucha gente critica eso. Hay gente que rechaza mi obra por ser demasiado explícita, pero yo veo que es algo muy relacionado conmigo, con mi forma de ser”. Hipersexualización masculina y erotismo en su máximo exponente como marca de un artista sin tabúes que, aparte de la pintura, también saca tiempo para la fotografía, realizar performances (como las de México hace unos meses) o la música. Un abanderado de la cultura queer que intenta derribar barreras con su obra incluso dentro de nuestro propio colectivo. “Enseguida nos censuramos. Solo hay que ver todo lo que se está criticando la pluma en algunos chicos. No hay ni unas ni otras, la lucha es de todas”, afirma de forma rotunda.

FUENTE: shangay




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